Por Juan Tomás Valenzuela
Repartiendo picapollos
y cubriéndoles pasaje,
Leonel y su tigueraje
concitaron gran apoyo.
Aunque metido en el hoyo,
el león de Villa Juana,
fue muy certero en la diana
al hacer este espectáculo,
dando a entender que el tentáculo
del poder no lo amilana.
Aunque aquello del millón
fue solo publicidad,
demostró su calidad,
en esta concentración.
Su verborrea condición
de encantador de serpientes,
hizo vibrar a la gente
que a cambio de un picapollo,
entran en cualquier embrollo
pa’llevarlo a presidente.
Hizo un discurso bacano,
cual si fuera Supermán,
sin mencionar la SunLand,
Barrick Gold, ni a los Tucanos.
No habló de Vivían Lubrano,
ni su compadre Quirino,
no hizo mención de Diandino
y el lío con Alicia Ortega,
ni tampoco de la brega
del sobrino de Quirino.
Habló de inauguraciones
como si eran cuartos de él,
no mencionó a su mujer,
(Él ya tendrá sus razones)
tampoco de los millones
que le ha costado FUNGLODE,
ni esa vida, cual Herodes,
que disfrutan sus retoños,
ni la leña que dio Toño,
ni nada que lo incomode.
Al final de su jornada,
habló de Constitución,
dizque aludiendo a un hampón
que la tiene secuestrada,
que la está usando de almohada,
según convenga a sus sueños,
que convertiéndose en dueño
de los fondos del Estado,
ha instaurado un entramado
con un socio brasileño.
Leonel volvió a proclamarse
guardia constitucional,
y una batalla campal
está a puntito de darse.
Él se resiste a quebrarse,
por más que el poder le acose.
y aunque en parte, él reconoce
que Danilo es su creación,
él cree que en esta ocasión,
está cerca el acabose.
Juan de los Palotes
26 agosto 2018